2.16. Prefacio a la Contribución a la crítica de la Economía Política (Marx)

Este es el famoso Prefacio a la contribución a la crítica de la economía política, publicado en 1.859 y que contiene una elaboración previa de la teoría que resume y continúa el libro primero de El capital. Las repercusiones filosóficas y de método que dejará este Prefacio en el pensamiento marxista son importantes. Conéctalo con la tradición filosófica que más o menos tratamos de dibujar con este montón de textos.

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Examino el sistema de la economía burguesa por el orden siguiente: Capital, Propiedad, Trabajo asalariado; Estado, Comercio exterior, Mercado mundial. Bajo los tres primeros títulos estudio las condiciones económicas de existencia de las tres grandes clases en las cuales se divide la sociedad burguesa moderna; el enlace de los otros tres títulos salta a la vista. La primera sección del primer libro, que trata del capital, comprende los capítulos siguientes: 1º La mercancía. 2º La moneda o la circulación simple. 3º El capital en general. Los dos primeros capítulos forman el contenido de este volumen. Tengo a la vista el conjunto de materiales en forma de monografías escritas con largos intervalos para mi propia ilustración, no para la imprenta, y cuya ininterrumpida elaboración, según el plan indicado, dependerá de las circunstancias.

Suprimo un prólogo general que había esbozado porque, después de reflexionar bien, me parece que anticipar resultados que quedan todavía por demostrar podría desconcertar, y porque el lector que tenga la bondad de seguirme tendrá que decidirse a elevarse de lo particular a lo general. En cambio, algunas indicaciones sobre el curso de mis propios estudios políticoeconómicos podrían encajar muy bien aquí.

Mi estudio profesional era la jurisprudencia, que sin embargo no continué más que de un modo accesorio respecto a la filosofía e historia, como una disciplina subordinada. Por los años 1842-1843, en calidad de redactor en Rheinische Zeitung (1), me vi obligado por primera vez a dar mi opinión sobre los llamados intereses materiales. Las discusiones del Landtag renano sobre los delitos forestales y el parcelamiento de la propiedad rústica, la polémica que M. von Schapper, primer presidente a la sazón de la provincia renana, entabló con la Rheinische Zeitung, respecto a las condiciones de vida de los aldeanos del Mosela, y por último las discusiones sobre el librecambio y la protección, me dieron los primeros motivos para ocuparme de las cuestiones económicas. Por otra parte, en esta época en que el afán de «avanzar» vencía a menudo a la verdadera sabiduría, se había hecho oír en la Rheinische Zeitung un eco debilitado, por decirlo así, filosófico, del socialismo y del comunismo franceses. Me pronuncié contra este tinglado, pero al mismo tiempo confesé claramente, en una controversia con la Allgemeine Augsburger Zeitung (2), que los estudios que yo había hecho hasta entonces no me permitían arriesgar un juicio respecto de la naturaleza de las tendencias francesas. La ilusión de los gerentes de la Rheinische Zeitung, que creían conseguir desviar la sentencia de muerte pronunciada contra su periódico imprimiéndole una tendencia más moderada, me ofreció la ocasión, que me apresuré a aprovechar, de dejar la escena pública y retirarme a mi gabinete de estudio.

El primer trabajo que emprendí para resolver las dudas que me asaltaban fue una revisión crítica de la Rechtsphilosophie de Hegel, trabajo cuyos preliminares aparecieron en los Deutsch – Französische Jahrbücher (3), publicados en París en 1.844. Mis investigaciones dieron este resultado: que las relaciones jurídicas, así como las formas de Estado, no pueden explicarse ni por sí mismas, ni por la llamada evolución general del espíritu humano; que se originan más bien en las condiciones materiales de existencia que Hegel, siguiendo el ejemplo de los ingleses y franceses del siglo XVIII, comprendía bajo el nombre de «sociedad civil»; pero que la anatomía de la sociedad hay que buscarla en la economía política. Había comenzado el estudio de ésta en París y lo continuaba en Bruselas, donde me había establecido a consecuencia de una sentencia de expulsión dictada por el señor Guizot contra mí. El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, me sirvió de guía para mis estudios, puede formularse brevemente de este modo: en la producción social de su existencia, los hombres entran en relaciones determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran estas relaciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura. Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas de producción -que se debe comprobar fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven. Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época de trastorno por la conciencia de sí misma; es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productoras sociales y las relaciones de producción. Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones hayan sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la humanidad no se propone nunca más que los problemas que puede resolver, pues, mirando de más cerca, se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o se encuentran en estado de existir. Esbozados a grandes rasgos, los modos de producción asiático, antiguo, feudal y burgués moderno pueden ser designados como otras tantas épocas progresivas de la formación social económica. Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso de producción social, no en el sentido de un antagonismo individual, sino en el de un antagonismo que nace de las condiciones sociales de existencia de los individuos; las fuerzas productoras que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa crean al mismo tiempo las condiciones materiales para resolver este antagonismo. Con esta formación social termina, pues, la prehistoria de la sociedad humana.

Friedrich Engels con quien (desde la publicación en los Deutsch – Französische Jahrbücher, de su genial esbozo de una crítica de las categorías económicas) sostenía una constante correspondencia, en la que intercambiábamos nuestras ideas, había llegado por otro camino -comparad su Lage der arbeitenden Klasse in England (4)– al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1.845, vino, también él, a domiciliarse en Bruselas, acordamos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filosofía alemana; en realidad, liquidar con nuestra conciencia filosófica anterior. El manuscrito (5), dos gruesos volúmenes en octavo, hacía largo tiempo que se encontraba en poder del editor, en Westfalia, cuando nos advirtieron que un cambio de circunstancias ponía un obstáculo a la impresión. Abandonamos el manuscrito a la roedora crítica de los ratones tanto más a gusto cuanto que habíamos alcanzado nuestro principal fin, aclarar nuestras propias ideas.

De los trabajos dispersos que hemos sometido al público en esta época y en los cuales hemos expuesto nuestros puntos de vista sobre diversas cuestiones, no mencionaré más que el Manifest der Kommunistischen Partei, redactado por Engels y yo en colaboración, y el Discurso sobre el libre cambio, publicado por mí. Nuestros puntos de vista decisivos han sido expuestos científicamente por primera vez, aunque bajo la forma de una polémica, en mi escrito, aparecido en 1847, y dirigido contra Proudhon: Miseria de la Filosofía (6), etc. La tirada de una disertación sobre el trabajo asalariado, escrita en alemán y compuesta de conferencias que yo había dirigido al grupo de obreros alemanes de Bruselas, fue interrumpida por la revolución de febrero y mi consiguiente expulsión.

La publicación de la Neue Rheinische Zeitung (7), en 1.848-49, y los acontecimientos posteriores interrumpieron mis estudios económicos, que no pude proseguir hasta 1850, en Londres. La prodigiosa cantidad de materiales para la historia de la Economía política amontonada en el British Museum; la situación tan favorable que ofrece Londres para la observación de la sociedad burguesa, y en fin, la nueva fase de desarrollo en que ésta parecía entrar por el descubrimiento del oro californiano y australiano, me decidieron a comenzar de nuevo por el principio y a someter a un examen crítico los nuevos materiales. Estos estudios me llevaron por sí mismos a investigaciones que parecían alejarme de mi objeto y en las que, sin embargo, tuve que detenerme más o menos tiempo. Pero lo que abrevió sobre todo el tiempo de que disponía fue la imperiosa necesidad de producir un trabajo remunerador. Mi colaboración, comenzada hacía ocho años, en la New York Tribune (8), el primer periódico anglonorteamericano, trajo consigo, ya que no me ocupo más que excepcionalmente de periodismo propiamente dicho, una extraordinaria dispersión de mis estudios. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos económicos notables que tenían lugar en Inglaterra y en el continente, formaban una parte tan considerable de mis aportaciones, que tuve que familiarizarme con detalles prácticos que caen fuera del dominio de la ciencia propia de la economía política.

Con este esbozo del curso de mis estudios en el terreno de la economía política he querido hacer ver únicamente que mis opiniones, de cualquier manera que se juzguen por otra parte, y aunque concuerden tan poco con los prejuicios interesados de las clases dominantes, son el fruto de largos y concienzudos estudios. Pero en el umbral de la ciencia, como a la entrada del infierno, una obligación se impone:

Qui si convien lasciare ogni sospetto

ogni viltà convien che qui sia morta. (9)

CARLOS MARX

Londres, enero de 1859

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NOTAS

(1) Rheinische Zeitung: Gaceta Renana, diario demócrata, publicado en Colonia desde el 1 de enero de 1.842 al 31 de marzo de 1.843. A partir del 15 de octubre de 1.842, Marx ocupó el cargo de redactor jefe.

(2) Allgemeine Augsburger Zeitung: Gaceta General de Augsburgo. Diario dirigido por G. Kolb. Importante en la polémica Marx – Vogt.

(3) Deutsch – Französische Jahrbücher: Anales franco – alemanes. Se publicaron en París, un año después de la prohibición de la Rheinische Zeitung por parte del Gobierno de Prusia (1.843). Por disidencia entre Marx y Ruge, que eran los editores, la publicación cesó tras la aparición del primer volumen.

(4) Lage der arbeitenden Klasse in England: La situación de la clase obrera en Inglaterra. Publicado en Leipzig en 1.845. Existe traducción castellana, véase F. ENGELS: Escritos económicos, Barcelona Ed. Península, Barcelona, 1.969, pág. 22-91.

(5) Marx se refiere aquí a La Ideología Alemana; trad. castellana, véase K. MARX, F. ENGELS, La Ideología Alemana, Montevideo, Ed. Pueblos Unidos, 1.968.

(6) Miseria de la filosofía, escrita en fancés por Marx en 1.846-47. Traducción castellana, Madrid, Ciencia Nueva, 1.970.

(7) Neue Rheinische Zeitung: Nueva Gaceta Renana, diario demócrata, publicado en Colonia bajo la dirección de Marx en 1.848-49.

(8) New York Tribune: Órgano democrático-burgués, fundado en 1.841. Marx colaboró en él desde 1.851. A partir de 1.855 fue el único corresponsal de Europa.

(9) «Déjese aquí cuanto sea recelo; Mátese aquí cuanto sea vileza.» (Dante. La divina comedia.)

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7 respuestas a 2.16. Prefacio a la Contribución a la crítica de la Economía Política (Marx)

  1. carmen dijo:

    estoy elaborando un comentario de texto sobre esta obra. me aparecen los conceptos de » fuerzas productoras» y «formas ideologicas» me gustaria saber a que se refiere Marx. espero vuestra ayuda.

    • Antonio Olivé dijo:

      Hola, agradecerte tu visita. Nos gustaría que nos indicaras más concretamente donde aparecen esos conceptos (para no sacar de contexto nada).

      No obstante, vamos a intentar darte una respuesta: entendemos como «fuerzas productoras», «fuerzas productivas» y que para entendernos, constan de los medios de producción (herramientas, maquinaria, materias primas…) y la fuerza de trabajo (aptitudes, conocimientos, energía de los trabajadores…).
      En cuanto a la segunda cuestión, está relacionada estrechamente con la teoría de la ideología de Marx. Para éste, las formas ideológicas de la consciencia son la religión, la moral, la política…etc. y tienen como función desfigurar y suplantar imaginativa o conceptualmente una situación de existencia real, social e histórica de los seres humanos (alienación o enajenación).

      Esperamos que te sirva.
      A. Olivé

  2. beatriz dijo:

    estoi elaborando un comentario de texto sobre esta obra de marx y me gustaria q m aconsejarais como enlazar la tematica (donde explico el materialismo historico) y la justificacion (donde debo desarrollar la otra parte de la filosofia marxista q e estudiado concretamente la alienacion los tipos de alienacion i las ideologias)

    muxas gracias de ante mano espero respuesta
    besitos!!

    • tonyoolive dijo:

      Hola Beatriz, gracias por visitar nuestro blog.

      humildemente intentaremos responder a tu solicitud.

      Antes que nada, para poder realizar el comentario de texto, deberías leer y releer el texto (leer críticamente, con lápiz en la mano subrayando y anotando).

      Después deberías contextualizar al autor y la obra (contexto histórico cultural –la Revolución Industrial y las transformaciones que conlleva- y el contexto filosófico –la formación ilustrada, la influencia de Hegel…).

      Concretamente, en este texto, el Prólogo Marx esboza (muy esquemáticamente) lo que posteriormente desarrollará en El Capital. Aquí aparecen conceptos como “relaciones de producción”, “fuerzas productivas”, el esquema de “base” y “sobrestructura”. Aquí perfectamente puedes hablar de la parte más filosófica –alienación, ideología…-. En cualquier caso, el Prólogo es un resumen de las obras más importantes de Marx en los diferentes momentos de producción teórica (en el desarrollo y profundización de la misma).

      En fin, esperamos que te haya servido esta pequeña ayuda. Nos pillas realmente descolocados, creíamos que cualquier atisbo de marxismo, había sido borrado de los planes de estudio. ¿Nos podrías indicar qué estudias?.
      Saludos.
      A. Olivé

  3. Cova dijo:

    Gracias maestro. Espero venir con frecuencia. Quiero aprender y además es un placer hacerlo con vosotros. Leí a Rosa Luxemburgo el año pasado y me parecio una mujer muy «moderna».

  4. Cova dijo:

    A ver si lo he entendido: Las condiciones materiales o económicas determinan la conciencia. Y esa determinada conciencia está formada por las relaciones que se establecen entre trabajadores que necesitan un salario para vivir el trabajo propiamente dicho, (en una fábrica, en una empresa, en una mina, en un hospital, etc. etc.) y los dueños o los jefes.
    La mayoría de trabajadores lo hacen por que lo necesitan y no trabajan en algo que además les guste. Pero en una primera etapa, mientras el trabajo-productividad-salario es más o menos «equitativo», (nunca lo es, pero bueno), no se producen contradicciones fuertes. Si se produce un cambio en la forma de producir, (más máquinas, menos empleados, por ejemplo). La relación trabajo-productividad-salario se desequilibra del todo e incluso muchos trabajadores pierden su empleo. Las necesidades básicas se mantienen (alimentación, casa y ropa) o incluso aumentan (podríamos añadir un coche, una nevera, una lavadora, una cocina…) las contradicciones también crecen, se produce el descontento y el conflicto serio.
    Por otro lado, en el seno de esa misma sociedad está la clave para resolver el problema… Y aquí tal vez podemos enlazar con el mito de la caverna:
    En los hombres y mujeres, claro, que se liberan de las cadenas, que consiguen salir a la luz exterior es donde se halla el germen de cambio de la sociedad

    • Maese Sonoro dijo:

      ¡Hola, Cova! Una alegría grande verte por aquí. Pues sí, por ahí va la cosa. Te añado algunos apuntes:

      – Las condiciones económicas (el modo dominante de producción) no determinan de forma absoluta y unívoca la conciencia. Más bien limitan el abanico de posibilidades de formación de conciencias, es decir, la sobreestructura cultural.

      – Precisando los términos «dueños» y «jefes», se trararía de la clase poseedora, es decir, de los que tienen derecho de propiedad sobre los medios de producción.

      – Ese «cambio en la forma de producir» que muy bien anotas se llama, en terminología marxista, plusvalía relativa. Los avances tecnológicos permiten producir más en menos tiempo y con menos fuerza de trabajo. Quienes sólo tiene fuerza de trabajo como propiedad para subsistir se van, claro, a la calle y a la miseria. Su propiedad se transforma en abundante y sobra. Sobramos. El enorme avance cuantitativo en plusvalía relativa se viene llamando «Tercera Revolución Industrial».

      – Efectivamente, las contradicciones crecen y se produce descontento… Pero el enlace con el Mito de la Caverna es más dudoso: Si no se consigue que las clases oprimidas adquieran, en primer lugar, consciencia de esas contradicciones, en segundo lugar consciencia de las limitaciones ecológicas del modo de producción capitalista y en tercer lugar consciencia de pertenecer a la clase explotada, para transformarse en un verdadero agente social que pueda intervenir con fuerza en la sociedad para emanciparla del poder del capitalismo, la cosa puede ponerse muy chunga. Citando a Rosa Luxemburgo y su frase «Socialismo o barbarie», el resultado podría ser la barbarie, vestida de gobiernos autoritarios y arropada por el «pensamiento único» que estructura la ideología capitalista, cosa que nos conduciría muy probablemente al caos ecológico más bestial de la Historia. Prometedor, ¿verdad?

      Un abrazote, y vuelve pronto.

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