De nuevo Marx y adiós a la izquierda (y adiós a la derecha también)

Saludos de nuevo. Lo reconocemos, nos está costando recuperar la actividad y eso que denominan «la nueva normalidad», pero aquí estamos.

A lo largo de la vida de este blog lo hemos repetido muchas veces, el hundimiento del «socialismo real» -entre muchísimas otras consecuencias- dejó huérfano no solamente a la izquierda comunista sino que impactó al conjunto de la izquierda dejándola derrotada, desnortada y lo que es peor, sin saber que proyecto social alternativo al capitalismo realmente existente podía ofrecer. Y en eso continuamos. El artículo de Carlos X. Blanco que os compartimos hoy trata de estas cuestiones. Se trata de un artículo que estamos seguros que generará polémica, opiniones encontradas y que serán bien acogidas siempre que se hagan con respeto y argumentadas. Esperamos que os sea de interés…

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De nuevo Marx y adiós a la izquierda (y adiós a la derecha también)

Diego Fusaro y el regreso de Marx en contra de las izquierdas bizarras y delirantes.

CARLOS X. BLANCO

De aquellos polvos, estos lodos. La expresión, no por manida, deja de ajustarse perfectamente a la suciedad que ha cubierto la superficie de los partidos de izquierda a partir de aquel fatídico 1989.

Polvo y lodo, así como acumulación de errores y tergiversaciones, constituyen buenos ejemplos sucias sustancias que bien podría mostrar gráficamente la trayectoria de la izquierda occidental desde entonces. El polvo y el lodo manchan, pero también pueden servir para cubrir bajo espesas capas las numerosas carencias de la izquierda, esto es, de las organizaciones, los liderazgos y las producciones teórico-prácticas hechas bajo la consigna del socialismo y del comunismo. Capas que cubren especialmente aquella izquierda que antaño se reclamaba del marxismo. Y decimos en pasado, reclamaba, por causa de la enorme confusión y caos que habita en el mundo paralelo de la llamada y auto-proclamada izquierda actual sepultada bajo el Muro de Berlín. Las carencias, errores y confusiones previas a 1989 no hicieron más que estallar en forma de crisis vergonzante de los partidos y sindicatos que, diciendo defender al pueblo y a la clase obrera, no hicieron –en general- más que apuntalar de forma todavía más entusiástica al propio «modo de producción capitalista» que presuntamente habían denunciado.

Unas izquierdas que «con la obra de Marx» en la mano, y con la barricada preparada, para cuando las condiciones estuvieran maduras, debían haber actuado de muy otra manera. Pero la facilidad y celeridad con que esa obra de Marx -antes «en la mano»- fue arrojada a la hoguera, y la velocidad con que las minorías más heteróclitas se sumaron al carro de una izquierda cada vez más des-marxistizada, es un dato que nos debería hacer reflexionar.

Valga como hipótesis a investigar esta: hay una conexión entre la des-marxistización de los partidos y sindicatos de la izquierda, y el «entrismo» de minorías heteróclitas, en ocasiones claramente anti-obreras y contrarias a la Comunidad, precisamente en su condición de tales minorías fraccionarias, egoístas y ego-centradas, incompatibles políticamente con esa Comunidad (aunque humana y moralmente tolerables, en ocasiones, siempre que sus demandas se reduzcan al radio de la esfera privada, a la intimidad).

No hay ninguna conexión evidente o racional entre la defensa de la clase obrera y la lucha contra el capital, por un lado y, por el otro, el veganismo, el homosexualismo, la supremacía euskárica o catalana, la crianza no binaria de los niños, el mestizaje universal de todas las razas o el deseo de importar millones de no europeos en nuestro suelo, caiga con ello lo que quiera que caiga. Ninguna conexión. Nunca he podido entender cómo las demandas de minorías rebeldes pueden hacerse pasar por «oposición al sistema capitalista» por encima y en contra de la masa productora que conforma por antonomasia un «Pueblo». El desconocimiento más elemental de la historia de ese modo de producción (o dominación) llamado Capitalismo, y de las «leyes» por medio de las cuales este mismo modo se adapta a las condiciones cambiantes, especialmente las condiciones tecnológicas y geopolíticas, que hacen que la clase trabajadora y las clases medias re-distribuyan sus líneas de defensa, es la sangrante realidad que asiste hoy a esta izquierda des-marxistizada, sustituida más bien, en nuestros días, por una izquierda psicótica. Léase por ejemplo todo ese universo que se ha dado en llamar altermundismo. Quien no está en este mundo sino en otro, o es un astronauta o es un alienado mental. Precisamente el marxismo, y con él su padre legal, el hegelianismo (la dialéctica) es un realismo elevado a la enésima potencia (un «hiperrealismo»): «todo lo real es racional, y todo lo racional es real». En la medida en que el Capitalismo es comprendido intra-mundamente por una teoría, éste ya es susceptible de ser superado. Lo que debe ser superado y no acaba siéndolo, no es sino situación vergonzante para el pensamiento mismo, que de ser «concepto» no llega a ser «Razón». He aquí, pues, la situación vergonzante (irracional, ella misma) en que cayó el marxismo, habiéndose escondido bajo el polvo de viejos dogmas, habiéndose identificado ora con el terror totalitario de los soviéticos o con el «reclutamiento de desarrapados» (trotskismo, laclauísmo, pabloiglesismo o podemismo español, etc.).

El Carlos Marx filósofo «pensó el Capitalismo» que es, como decir, le envió cargas de profundidad tendentes a su superación. Y esta superación (el concepto mismo de Revolución en un sentido metapolítico, vale decir, ontológico, y no meramente coyuntural) siempre es posible cuando se piensa el mundo de la forma más realista y dialéctica posible, y se abandona el egoísmo o egocentrismo de la minoría fraccionaria. La pequeña república soñada por euskaldunes perfectos o la comuna de sexualidad fluida imaginada por colectivos arcoiris y queer son locuras, delirios psicóticos que no pueden formar parte per se de un proyecto ontológico de Comunidad, el cual simultanea esencialmente (igual que un cuadrado simultanea esencialmente la igualdad de sus lados con la rectitud de sus ángulos internos) la crítica del aberrante Capitalismo en su versión tecnofinanciera, y la defensa de las clases trabajadoras y, en general productoras, de sus baluartes, células y herramientas de Comunidad (familia, patria, religión, identidad).

Un filósofo europeo, italiano para más señas, Diego Fusaro, siguiendo la estela de su maestro, Costanzo Preve (de quien modestamente hemos hecho la primera traducción española, hasta donde sabemos, de un libro con textos suyos y sobre él: De la Comuna a la Comunidad) viene a recordarnos estos días, qué es un marxismo en nuestros días, y qué es, por el contrario, una delirante y promiscua agrupación de movimientos que, lejos de ser incompatibles o corrosivos con el capitalismo, son, muy por el contrario, altamente «funcionales» o ideales para su mayor expansión. Grupos que, dándoselas de contestatarios y, por supuesto, «anti-fascistas», forman en sus filas para así hacer potencialmente omnímoda de depredación, y para lograr una más efectiva desunión de las clases oprimidas. Un obrero en paro, en un barrio invadido y degradado debería movilizarse por que las mujeres ejecutivas de sueldos astronómicos disfruten de paridad en los consejos de las grandes corporaciones, o porque una pareja «homo» pueda pagar grandes fajos de billetes a una esclava con vientre de alquiler y así gestar un parir un niño que le van a arrebatar nada más nacer. ¿A dónde ha ido a parar esta «izquierda»?

Diego Fusaro, como antes que él Costanzo Preve, y otros pensadores que, no siendo marxistas son no obstante altamente críticos con el neoliberalismo (pienso en Alain de Benoist, por ejemplo), habiendo detectado la difícil regeneración de ese totum revolutum que se llama izquierda, y viendo, por igual, el caos o anemia ideológica de la derecha, es un filósofo que se yergue valientemente en el panorama intelectual actual, denunciando la bipolaridad «izquierda-derecha». Su lema es: «valores de derecha, ideas de izquierda«. El lema es plenamente comprensible desde una visión dialéctica de la Historia. Los valores «tradicionales», mientras fueron un obstáculo al Capital (el Capital en su fase «revolucionaria», correspondiente con una burguesía no parásita, sino ciertamente revolucionaria y productiva), fueron removidos pero también, cínica y simultáneamente, mientras fueron «funcionales» al Capital, éstos se conservaron. En el siglo XIX y hasta las dos Guerras Mundiales, los obreros no fueron «cosmopolitas» sino que murieron en las trincheras por su patria o por su imperio. Los obreros debían reproducir el modelo burgués de familia, mientras el sistema capitalista no los degenerara demasiado (tesis bien presente en las obras de Marx y Engels), etc. Por el contrario, hoy tenemos una izquierda postmoderna que desea tan ardientemente como su Señor (el Capital) destrozar esos valores «burgueses», universalizando el infantojuvenil Mayo del 68, derritiendo los cimientos mismos de la Civilización. Los valores «de derecha» son los valores de la Comunidad, de la Civilización a que pertenece cada pueblo y su defensa activa anti-capitalista significa la superación, la trascendencia de la bipolaridad. En un sentido muy profundo, Marx «no fue de izquierdas» en la medida en que luchó toda su vida porque los bienes materiales y espirituales que deseaba para la clase obrera, y detentados casi exclusivamente por la burguesía (educación, higiene, arte, ciencia, salud) fuesen universales. Lejos de destrozar la Civilización y atomizar la Comunidad, Marx deseaba ver robustos y sanos esos cuerpos intermedios de toda vida Comunitaria (familia, patria, asociaciones profesionales, vecinales, educativas y de toda índole). Universalizar, no atomizar. Pero estos valores «de derecha» que Fusaro relanza, siguiendo estrechamente a Marx, y que en manos de un Pueblo (Siervo) enfrentado al sistema de dominación (Señor) se convierten en universales, y no partidistas, deben quedar potenciados por las ideas «de izquierda» (crítica del modo de producción, superación del mismo, justa redistribución de la riqueza, restauración de una democracia verdaderamente participativa…). Lo cual es, a su vez, hacer que el mero pensamiento, la actividad generadora de «ideas» (y no solo de valores, en los que se vive y que se defienden), esto es, la praxis, produzca un mundo más racional. Que la Razón triunfe, en estos momentos, consiste en que la realidad, debidamente pensada, sea por fin transformada. Y una tal transformación implica detectar a los verdaderos cómplices, colaboradores, matones y empleados del Capital, dispuestos al engaño, a la distracción y a la coacción. Nada más valiente que salirse del eje izquierda-derecha, trascenderlo y pensar (trabajando duramente el concepto en el «taller de las ideas») para hacer la Realidad más Real, esto es, Racional. No otra cosa significa la palabra Revolución. Como una rama que agita el avispero de las acomodaticias izquierdas (y derechas), así la praxis de Fusaro puede ayudar a que el pensamiento esté a la altura de la realidad, y el movimiento del mundo, en sí imparable, impida la fractura comunitaria y civilizatoria.

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18 respuestas a De nuevo Marx y adiós a la izquierda (y adiós a la derecha también)

  1. Pingback: Logípolis: Los sustentos cotidianos - Por Sergio Gómez Montero

  2. Sergio Washington Piñeiro Miguens dijo:

    Lo que sigue apenas mas abajo, su desenfadada homofobia, por ejemplo, disfrazada de no se sabe que «justa e incontestable interpretación», del más puro «marxismostalinismo», exhibe la profundidad, el abismo irreparable, de una filosofía política destruida de manera definitiva, no solo por el fuego y la oposición de naturaleza despiadada por parte de sus enemigos.

    Buena culpa llevan los «puros», los «excégetas infalibles» de los «textos sagrados».

  3. Sergio Washington Piñeiro Miguens dijo:

    La síntesis del pensamiento Carlos X Blanco, se encuentra nítida, cristalina, desafiante e impecablemente reaccionaria, en el siguiente parágrafo:

    «Valga como hipótesis a investigar esta: hay una conexión entre la des-marxistización de los partidos y sindicatos de la izquierda, y el “entrismo” de minorías heteróclitas, en ocasiones claramente anti-obreras y contrarias a la Comunidad, precisamente en su condición de tales minorías fraccionarias, egoístas y ego-centradas, incompatibles políticamente con esa Comunidad (aunque humana y moralmente tolerables, en ocasiones, siempre que sus demandas se reduzcan al radio de la esfera privada, a la intimidad)».

    Contra su escrito, ha podido escribirse, al margen de la incontestable bilis ultraconcentrada pero no carente de sentido, «El libro negro del comunismo».

    • Cx Bm dijo:

      Es fácil repartir títulos de reaccionario. A ver si los «entristas» de la izquierda no se han cargado el marxismo como Caballo de Troya a las órdenes del Capital globalista más reaccionario, ¿o no?

  4. René Francisco Linares Ramos dijo:

    Agradecimientos por tomarme en cuenta. que la recuperación sea para bien.  

  5. German dijo:

    Desde Venezuela le pregunto ¿ ud ubica a Chavez en esa izquierda

    • Antonio Olivé dijo:

      Desde España le respondo: no me corresponde ubicar a nadie en el mundo de las ideologías políticas, ni dar ni quitar título de marxista…mi opinión tiene poca importancia.

      Saludos
      Olivé

      • Cx Bm dijo:

        Gracias al blog y a su autor, Antonio Olivé, por dar cabida a mis escritos. Mientras esto ocurra, el marxismo podrá reactivarse como herramienta de lucha. Hay esperanza.
        No pretendo pontificar. Sólo, animar el debate, ayudar a pensar. Y expulsar de la izquierda a los populistas lacayos del Capital, que, por ejemplo, ocupan Vicepresidencias del Gobierno y otras poltronas, ridiculizando y censurando, precisamente, a quienes hemos estudiado algo el marxismo.

  6. Guillermo dijo:

    Aunque no estoy de acuerdo con todo el texto, creo que este tipo de debates son muy necesarios. Actualmente parece que el marxismo se avergüenza de sus propias ideas y teme quedar mal ante la opinión pública «de izquierdas» si hace el ejercicio de pasar por su filtro ideológico a los actuales movimientos sociales. Sin embargo debe hacerse.

    Ahora bien, una cosa es que no sea estratégicamente conveniente centrarse demasiado en temas como la sexualdiad en detrimento de otros como la redistribución de la riqueza, o que el enfoque que se de a esos temas no sea el adecuado, y otra cosa muy diferente es que la sexualdiad no tenga ninguna conexión con el marxismo, como parece darse a entender en el texto .

    Por ejemplo, la cuestión sexual, la cuestión de la mujer, así como la necesaria superación del modelo de familia tradicional (en realidad, burgués) es una parte consecuente del marxismo, algo que ya era defendido por autoras marxistas hasta la médula como Alexandra Kollontai, para nada sospechosa de ser posmoderna. En sus textos explica a través del materialismo histórico cómo la superación del concepto de amor propio del capitalismo o la igualdad entre sexos forman parte de los intereses del proletariado. Es posible criticar la monogamia (por ejemplo) desde el marxismo, pero no como se hace desde la posmodernidad.

    • Antonio Olivé dijo:

      Muchas gracias por compartir su opinión y por la manera educada de exponerla. Efectivamente, yo tampoco estoy de acuerdo con algunas cuestiones que plantea el autor en su artículo (como que el marxismo sea una ciencia, el significado de comunidad en Marx…), pero creo que a veces es necesario autores y artículos que generen polémica y debate dentro de este marasmo que estamos viviendo.

      Saludos cordiales
      A. Olivé

  7. riveravaldez dijo:

    Pésimo texto.
    Una bravata reaccionaria y conservadora de un pedante de academia que sabe tanto de «praxis y marxismo» como de afinar pianos o motores…
    Realmente pésimo. En un momento donde la tendencia a resoluciones violentas, militares, coloca los fascismos («el patriotismo») en cartelera para confundir a las masas explotadas, este energúmeno viene a reivindicar la homofobia y la misoginia chauvinista «por vía de la filosofía», por favor…
    Si esta es la línea del blog, por favor confírmenlo, para desuscribirme y no volver a perder tiempo leyendo estupideces vetustas -trilladas ad nauseam…
    Muchas gracias, desde ya.

    • Guillermo dijo:

      Estoy de acuerdo, hacerle el juego a la derecha es tan malo como hacérselo a la posmodernidad. La sola idea de confundir los valores del marxismo con los valores de la derecha ya carece de sentido… el marxismo tiene valores propios, o no es marxismo. Su visión histórica esta por encima de los esencialismos y convencionalismos habituales. El marxismo, proyectando una sociedad futura sostenida sobre unas bases materiales nuevas, y una forma de entender el mundo y la política nuevas, tiene valores nuevos. La noción de comunidad en el marxismo no es la misma comunidad de la que puede hablar el nacionalismo o la iglesia, por ejemplo.

    • Antonio Olivé dijo:

      Buenos días.
      Muchas gracias por dedicarnos su tiempo y visitar el blog. Lamentamos que, en esta ocasión, nuestra propuesta de lectura le haya causado tanta desazón. Respecto a sus comentarios nada tengo que decir (el autor del artículo si tiene interés ya le responderá).

      Respecto a la línea del blog…pues no puedo negar y afirmar porque no sé que compartiré la próxima vez. Como puede usted comprobar, a lo largo de todo este tiempo, hemos compartido más de 700 artículos relacionados con Marx y el marxismo. Algunos trabajos han sido elogiados y otros criticados. Nos han dado palos y críticas cuando hemos publicado sobre Rosa Luxemburgo, Stalin, Trotsky, sobre la posmodernidad, Laclau…(y también hemos recibido elogios, no se crea), nos han criticado por ortodoxos y otras veces por heterodoxos…en fin, estamos curados de espanto y como no vivimos de esto, pues nos da igual tener un seguidor que mil, tener cinco visitas que quinientas. Nuestra intención es compartir aquellas lecturas que entendemos interesantes y a veces, que puedan generar debate. Así que si usted desea desuscribirse, pues lo lamento.

      Saludos cordiales
      A. Olivé

      • riveravaldez dijo:

        Muchas gracias por la respuesta, muy amable y articulada.
        No recuerdo de qué iba el texto, pero supongo que me seguirá pareciendo un espanto.
        Por otro lado, como entiendo que no expresa una línea de principios de parte del blog, sino que más bien se lo tira allí y ya se verá qué discute la gente, veremos pues qué discute la gente. Cualquiera sabe que no todos los textos son para todo el mundo.
        Un saludo cordial y respetuoso. Aún si el artículo en cuestión me pareció una porquería: no hay motivo para perder la civilidad ni suspender el buen trato.
        Gracias por el tiempo dedicado, sinceramente. Sigamos discutiendo.

    • Cx Bm dijo:

      «El artículo me pareció una porquería». Ídem, para mí, este tipo de análisis. Coja papel y límpiese la parte corporal más afectada.

  8. José Antonio dijo:

    Síntesis apretada: Iñigo Errejon Vs Pablo Iglesias o UP?

  9. ruddy Alfredo Villeda Padilla. dijo:

    Gracias por el articulo, pero a mi siempre me ha gustado que cuando leo algo de alguien al menos saber de quien se trata, si es un profesional, un académico, un investigador, miembro de una organización cualquiera que sea, militante de un partido cualquiera que este sea, de derecha, socialdemócrata, social cristiano, del movimiento obrero, campesino, estudiantil…del movimiento de mujeres..etc. militante de un partido de derecha, ultra derecha o de nada de nada…tengo esa preferencia…porque me gusta saber si se habla desde afuera de una organización o de afuera de los partidos o desde adentro… ojala en los próximos artículos a los que tenga acceso pueda saber desde que punto de vista escribe alguien..no se si esto es pedir mucho…gracias…

    • Antonio Olivé dijo:

      Gracias por dedicarnos su tiempo.
      Lamentamos no habernos extendido en explicar más sobre el autor (dicho sea de paso, si pone su nombre en cualquier buscador le devolverá esa información y más). Le resumo pues:

      CARLOS JAVIER BLANCO MARTÍN
      Nacido en Gijón, 1966
      Doctor en Filosofía (Pura). Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación (secciones de Psicología y Pedagogía).
      Premio Extraordinario de Licenciatura y de Doctorado.
      Profesor de Filosofía.
      Autor de más de 50 publicaciones académicas (ver Dialnet: http://dialnet.unirioja.es/servlet/autor?codigo=31725), y varios libros.
      Miembro del Comité Científico de la Revista La Razón Histórica. Revista Hispanoamericana de Historia de las Ideas: http://www.revistalarazonhistorica.com/comite-cientifico/

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