La influencia del método ‘lógico-histórico’ de Engels (IV y última)

Amigas y amigos achaquenselo al miedo, a la irracionalidad, a la falsa consciencia, a las maquinarias de manipulación masivas de consciencias que son los mass media, a las llamas peruanas o a los enanos de jardín. Pero no lo puedo entender: desde hace un par de años, algunos están empeñados en acabar con el mínimo Estado del Bienestar y desde entonces no hacemos más que recibir palos y recortes (los de siempre, los de abajo) por parte de los que han gobernado, PSOE y la CEDA (esto es derecha española, alias PP + derechas nacionalistas y regionales -CiU, PNv,CC…). ¿Y qué hacemos los de abajo?¿Revoluciones, rebeliones, protestas continuas, votar otra cosa? Nooooooooo, que va; al contrario, azuzarnos unas y otros. Me explico: antes, el gran chivo expiatorio (el «pharmakoi» de los antiguos griegos) eran los inmigrantes -curioso fenómeno siendo España un país de emigración-; ahora, el pim-pam-pum de la frustación social se la llevan los empleados públicos, parados, sindicalistas y los del 15M (maleantes, perroflautas, vagos, enchufados…y demás lindezas suelen dedicar un parte de la sociedad a estos colectivos); mientras tanto, se callan sospechosamente los escandalosos rescates a los propietarios de los bancos, ante los abusos patronales o la corrupción reinante. Probablemente en esto -y en alguna cosilla más- se equivocó don Carlos: los obreros si tienen más cosas que perder que sus cadenas (la segunda vivienda, cierta capacidad de ocio…etc.). Claro, que bien mirado, cuando el adversario de clase es tan difícil de personificar y sus recursos y poderes son tan enormes, de tal envergadura no es extraño que las gentes apuntemos a objetivos más fáciles y cercanos.

A esta, digamos, incomprensión no ayuda mucho las organizaciones de la izquierda realmente existente. Si el concepto de soberanía se ha transformado -a peor-, no digamos el de partido político tradicional (de masas, de cuadros, atrapalotodo…), y más concretamente los de izquierda. No es de extrañar pues la desafección creciente de, no solo, la juventud hacia la participación en partidos políticos y la aparición de fenómenos como DRY ó 15M (que no dejan de ser formas de lo que se conoció como «nuevos movimientos sociales»).

Pues bien, lejos de desanimarnos, de empezar a dar collejas a diestro y siniestro o pasar a la clandestinidad playera, Marx desde Cero continua convencido de que el único camino es seguir estudiando, seguir formándose, seguir entrenando la capacidad crítica y de razonar, seguir, seguir, seguir… Justo para ello, hacemos entrega de la IV parte -y por fin última- de la entrega que empezamos hace un tiempo y que sigue a continuación.

Ánimo. Antonio Olivé

 

La influencia del método ‘lógico-histórico’ de Engels (IV)

Mario L. Robles Báez

Creemos que en estos pasajes, Marx señala un punto crucial para comprender cual es el objeto de la sección primera del tomo I en cuanto el momento inicial de la presentación de su teoría del capital en El capital. Al igual que Hegel en la Logica, Marx no comienza esta presentación con algo mediado, sino con algo inmediatamente dado, pero que, a diferencia de Hegel, no es el ser como lo inmediato indeterminado, sino con lo que se presenta como lo inmediatamente existente en la superficie de la sociedad burguesa. Esto implica que Marx no comienza ni con el concepto de valor -como él mismo lo señala en su respuesta a la interpretación de A. Wagner: “De prime abord, yo no arranco de ‘conceptos’, y por tanto tampoco del ‘concepto de valor’…” (NMAW: 48)-, ni con el análisis de la mercancía, el dinero y su circulación en cuanto formas del capital puesto que esto representaría comenzar con un momento lógico mediado que requeriría, sobre todo, de la elaboración de la categoría de capital. Sin embargo, como la mercancía y el dinero no sólo son categorías más simples y abstractas que la de capital, sino que además son las formas en que aparece inmediatamente la circulación capitalista en que la que el capital aparece velado, nosotros sostenemos que Marx consideró comenzar su análisis del concepto del capital precisamente con el análisis de la mercancía, el dinero y su circulación en cuanto que la forma inmediata en que aparece la producción capitalistas en la superficie de esta sociedad, y que Marx denominó como la ‘circulación mercantil simple’.[i] Desde luego que este análisis implica desarrollar aquello que representa no sólo el fundamento de este proceso, sino del capital mismo, es decir, el valor.

Teniendo una lectura de esta sección similar a la que proponemos aquí, Fausto postula que el objeto de esta sección es la producción mercantil simple considerada como la unidad entre la circulación mercantil simple en cuanto la apariencia de la producción capitalista y los fundamentos de esa apariencia: “[e]se todo homogéneo constituido por el fundamento y la apariencia constituye la producción mercantil simple, momento de la producción capitalista […]” que “[…] es ella misma la apariencia del modo de producción capitalista” (Fausto, 1983: 184, traducción nuestra, cursivas en el original). De esta manera, consideramos, al igual que Fausto, que el análisis de la producción mercantil simple en cuanto la apariencia inmediata de la producción capitalista y sus fundamentos es puesto, por Marx, no sólo como el momento lógico inicial sino además como un momento lógico presupuesto de su análisis del capital en El capital. En cuanto que este momento es puesto como un momento lógico presupuesto al interior del análisis de la totalidad de la producción capitalista, esta interpretación no requiere suponer la existencia histórica de un régimen de ‘producción mercantil simple’ del cual surja el capital, como lo hacen Engels y sus seguidores. Por el contrario, de acuerdo a la dialéctica sistemática de Marx, esta interpretación requiere probar que, como tal momento lógico presupuesto, el capital debe surgir como el resultado de su desarrollo dialéctico inmanente, y por lo tanto, de su negación.[ii] Esta negación supondría que las categorías y las leyes o proposiciones que se desarrollan en la primera sección del tomo I de El Capital no solo  representan los presupuestos lógicos de las de la producción capitalista, sino que además las primeras están en contradicción con las segundas, y que, por lo tanto, las primeras se deben invertir, obedeciendo a su desarrollo dialéctico interno propio, en las segundas, cuando se pasa de la primera sección a la segunda.

Para mostrar el significado de esta inversión, permítanos empezar postulando que, de acuerdo a la dialéctica de Marx, la única respuesta a la contradicción que representa el objeto de la primera sección es una respuesta contradictoria: el objeto de la sección primera del tomo I de El Capital es y no es el capitalismo. Desde luego que tendremos que argumentar en que sentido este objeto corresponde y en que sentido no corresponde al capitalismo.

En primer lugar, la contradicción que implica que las leyes de la producción mercantil simple en cuanto apariencia de producción capitalista están en oposición con aquellas de la producción capitalista se puede ejemplificar con algunas de las proposiciones y categorías que se presentan en la primera sección y que se oponen a las desarrolladas en las secciones subsecuentes del tomo I de El Capital: 1. Mientras que el dinero, que es considerado por Marx como el “modo general de existencia” del valor en cuanto capital, es puesto como el ‘punto de partida’ del análisis de la segunda sección y no la mercancía, que es considerada como “su modo de existencia particular o, por así decirlo, sólo disfrazado” (C.I.I: 188), es esta última la que es puesta como el ‘punto de partida’ de la primera sección.[iii] 2. En lugar de que el valor en cuanto ser del capital aparezca como el sujeto de la producción capitalista que pone a las mercancías y al dinero como sus formas de existencia, son, por el contrario, estas últimas categorías las que aparecen en la primera sección como los ‘sujetos’ independientes de la producción mercantil simple y el valor como su predicado.[iv] Es por eso que Marx diga allí que una de determinaciones de las mercancías y del dinero es ser valor -además de ser valores de uso. No es sino hasta la segunda sección que Marx pone al valor como el sujeto del capitalismo y a las mercancías y al dinero como sus predicados.[v] 3. Esta noción de valor como capital implica, a su vez, que el objetivo de la producción capitalista no sea el valor de uso de las mercancías como aparece en la primera sección, sino la valorización del valor, y que, en consecuencia, la apropiación de las mercancías no sea el resultado del trabajo propio sino de la apropiación del trabajo de otros sin pago alguno. 4. El trabajo abstracto en cuanto la substancia del valor aparece aquí no como una substancia autónoma con movimiento propio, sino que aparece como una substancia inerte, es decir, como trabajo incorporado en la mercancía y el dinero, que sirve solamente para determinar los valores de cambio de las mercancías, permitir su intercambio y poder así realizar el objetivo de la producción mercantil simple. 5. La determinación cuantitativa del valor de las mercancías como el tiempo de trabajo socialmente requerido para su producción aparece no como la constitución de un tiempo de trabajo social que es puesto objetivamente por el capital mismo -por medio de los precios de las mercancías-como-capital en la esfera del intercambio-, sino por una determinación subjetivista, es decir, como un tiempo de trabajo promedialmente ponderado que aparece determinado por el resultado de una división que hacen los poseedores de las mercancías.[vi]

Dado estas y muchas otras proposiciones contradicciones, ¿cómo podemos entonces explicar que el objeto de la sección primera es y no es el capitalismo? Para responder a la primera parte de esta pregunta debemos señalar, en primer lugar, que la teoría de la producción mercantil simple en cuanto que representa no sólo el momento inicial sino un momento lógico presupuesto de la explicación del concepto del capital, presupone el conocimiento de todos de los momentos constitutivos de la estructura lógica de este concepto a lo largo de El Capital. Desde la perspectiva de la dialéctica sistemática de Marx, esto significa que la determinación de las categorías que pertenecen a la producción capitalista sólo pueden ser mostradas en la sección primera del tomo I de El Capital, en cuanto que representa el momento inicial de la lógica del capital que es su apariencia inmediata, por la vía de su negación. Esta negación significa que todas las leyes o determinaciones del valor que fundamentan la naturaleza de la mercancía, el dinero y su circulación desarrolladas en esta sección pertenecen efectivamente al valor en cuanto ser del capital y por tanto a la circulación del capital, pero que aquí aparecen sólo como leyes o determinaciones del valor en cuanto tal, del valor en cuanto mero valor y dinero. Las determinaciones del valor en cuanto valor y dinero serán así no sólo superadas sino además conservadas como el fundamento negado del valor en cuanto capital, cuando el análisis pasa a la segunda sección. Es por esto que no sólo el sujeto y el objetivo de la producción capitalista aparezcan negados en la sección primera del tomo I, sino que además, como dice Marx, “es posible que al observador le parezca estar ante una construcción apriorística” (C.I.1.: 19). Esta negación, que podríamos denominar como una primera negación de las leyes o determinaciones de la ‘producción mercantil simple’ desarrolladas en la primera sección, Marx la expresa con toda claridad en el siguiente pasaje:

La forma que adopta la circulación cuando el dinero sale del capullo, convertido en capital, contradice todas las leyes analizadas anteriormente sobre la naturaleza de la mercancía, del dinero y de la circulación misma (CI.I.: 190).

Esto implica, como ya se mencionó, todas estas leyes o determinaciones no desaparecerán cuando se pase al análisis de la esencia del capital, sino que serán preservadas como los fundamentos negados de las categorías que corresponden al momento consecuente, y que, en consecuencia, sufrirán ciertas transformaciones dialécticas fundamentales. Una segunda negación se presenta en la séptima sección del tomo I donde Marx plantea como las leyes de la apropiación mercantil que se funda en ‘la producción mercantil simple’ se invierten en su contrario directo, en “leyes de la apropiación capitalista” (C.I.2.: 725):

la ley de la apropiación o ley de la propiedad privada, ley que se funda en la producción y circulación de mercancías, se trastrueca, obedeciendo a su dialéctica propia, interna e inevitable, en su contrario directo. El intercambio de equivalentes, que parecía como la operación originaria, se falsea a tal punto que los intercambios ahora sólo se efectúan en apariencia, … La relación de intercambio entre el capitalista y el obrero, pues, se convierte en nada más que una apariencia correspondiente al proceso de circulación, en una mera forma que es extraña al contenido mismo y que no hace que mistificarlo (CI.2.: 720-721).[vii]

Es importante hacer énfasis que en este pasaje Marx no sólo señala con toda claridad la contradicción entre las leyes de la ‘producción mercantil simple’ y las de la producción capitalista y el surgimiento de las segundas a partir del desarrollo de las primeras, sino que además nos remite como contexto de desarrollo de las primeras a “una apariencia correspondiente al proceso de circulación”, como lo hemos sostenido. Esto mismo es sostenido por Weeks: “esta inversión no ocurre históricamente”, como supondrían Engels y sus seguidores, “sino es la relación entre la apariencia externa (‘la ilusión necesaria’) y la realidad subyacente” (Weeks, 1981: 54; traducción nuestra).

Por lo dicho anteriormente, se puede afirmar que las leyes o determinaciones del valor-como-capital están presupuestas y por lo tanto negadas en la exposición de la ‘producción mercantil simple’, y que sólo serán puestas cuando se pase al análisis de la esencia del capital. Esto lo plantea Fausto de la siguiente manera: “[…] la producción mercantil simple, que es un momento de la producción capitalista, está en la realidad en contradicción con las leyes esenciales del sistema. [La] apariencia del sistema, momento de él, remite a leyes que son opuestas a las leyes del capitalismo. Pero que, mientras tanto, ellas son, sin duda, leyes del capitalismo.” Por supuesto, este argumento implica su opuesto: “Las leyes de la esencia [del capital, MR] ‘niegan’, en realidad, esta apariencia cuando la apariencia se invierte en su contrario, cuando se pasa, cuando ella pasa, a la esencia” (Fausto, 1983: 184, cursivas en el original, traducción nuestra). Con todo esto tendríamos así la parte que responde porque el objeto de la sección primera del tomo I pertenece al capitalismo.

Como la argumentación dialéctica anterior implica que la apariencia de producción capitalista puede existir solamente en el interior del sistema-como-totalidad en tanto que apariencia negada, la teoría de esta apariencia negada por el sistema, pero que permanece como apariencia, es precisamente la que es expuesta en forma positiva en la sección primera del tomo I de El Capital. Es por esto por lo que el objeto de esta sección parece no pertenecer al capitalismo.

El objeto de esta sección aparece así como una contradicción: en ella se presenta en forma positiva lo que la esencia del capitalismo niega, es decir, la apariencia inmediata de capitalismo, que es la unidad de la circulación mercantil simple en cuanto su apariencia inmediata y su fundamento. En términos de la dialéctica hegeliana, se puede decir que la presentación de la teoría de la ‘producción mercantil simple’ representa la ‘negación de una negación’. Este momento negado del capitalismo que es su apariencia inmediata, se presenta aquí, a su vez negándolo, como un momento positivo. Creemos, al igual que Arthur, que esta figura hegeliana de la ‘negación de la negación’ “es explicativa en tanto que conceptualiza ambas la relación negativa original de un momento consigo con el otro que éste ha ‘producido (…), y la presión para cambiar que emerge de tal contradicción como una tendencia a trascenderla” (Arthur, 1993: 64; traducción nuestra). En efecto, esta figura de la ‘negación de la negación’, nos permite comprender, por un lado, la relación negativa tanto de las leyes o determinaciones de la producción mercantil simple en cuanto apariencia negada de la producción capitalista y, por tanto, en cuanto momento de ella, como la relación negativa de estas con aquellas que se derivan a partir de éstas y que corresponden a la esencia del  capital, y por otro lado, la necesidad de que esta contradicción se resuelva en un momento lógico posterior del análisis del capital. Una explicación más amplia de esto requiere un espacio mayor que no disponemos, por lo pronto, en este artículo.

Antes de terminar, no podemos dejar de mencionar que, en esta primera sección del tomo I, Marx sigue hasta cierto punto la estructura de la Lógica de Hegel. Si bien es cierto que Marx no empieza con el ser, sino con la mercancía, ésta no es más que la forma inmediata en que aparece el ser del capital, es decir, el valor. El análisis de la mercancía es seguido por el análisis de la génesis de la forma mediata de aparecer del valor, es decir, dinero, que correspondería a los capítulos sobre el ser-para-sí, la cantidad y la medida de la doctrina del ser en la Lógica. El dinero y su circulación aparecería así como un momento en el devenir de la esencia, es decir, del capital. Este orden no es arbitrario, sino que procede de una manera sistemática de las determinaciones más simples y abstractas a las más complejas y concretas. El capital presupone lógicamente al dinero y su circulación, él cual a su vez presupone a la mercancía.[viii] De esta manera, la dialéctica de Marx se presenta aquí, como dice Smith, como “el procedimiento de progresión de un nivel de abstracción al siguiente de una manera sistemática, basado en la necesaria derivación de un nivel categorial del otro” (Smith, 193: 25) y en el que el capital-como-totalidad está presupuesto.

4. Conclusiones

Las observaciones críticas aquí formuladas a la interpretación de Engels del método utilizado por Marx en la exposición de su crítica a la economía política como un método ‘logico-histórico’ muestran que ellos tenían concepciones diferentes de la dialéctica; en particular, a lo referente a la relación entre lo histórico y lo lógico en la presentación de la teoría del capitalismo. Mientras que Marx utiliza fundamentalmente la dialéctica sistemática en esta presentación, distinguiéndola claramente de la dialéctica histórica, Engels no sólo las combina, sino que las unifica; inventando con esto un método de exposición en el que, aunque lógico, lo lógico no representa, en realidad, más que el reflejo del proceso histórico. De aquí que la progresión sistemática de los diferentes momentos por medio de los cuales Marx desarrolla su concepto de capital en El Capital, aparezca a los ojos de Engels como una progresión de estadios históricos de la génesis y del desarrollo del capitalismo. Esta diferencia conceptual entre Marx y Engels se intentó mostrar por medio del análisis del carácter del objeto que cada uno de ellos asigna al ‘momento de partida’ de El Capital, desarrollado en la primera sección del tomo I. El resultado de este análisis mostró que mientras, para Engels, éste describe un momento presupuesto históricamente del capitalismo, es decir, su génesis histórica, que definió como la ‘producción mercantil simple’ en cuanto una forma de producción precapitalista, Marx lo considera, por el contrario, como un momento presupuesto lógicamente a la posición de las leyes o determinaciones esenciales del capital, y que nosotros definimos como la ‘producción mercantil simple’ en cuanto la apariencia de la producción capitalista.

Como también se mostró, esta interpretación de Engels no sólo influyó de manera decisiva en la versión de la teoría marxista del valor que dominó el pensamiento marxista por un largo periodo en este siglo -aquella que desarrollaron, entre otros, Rosa Luxemburg, Meek, Sweezy y Mandel-, sino que sigue influenciando a economistas políticos contemporáneos tales como Shaikh, Moseley y Duménil y Lévy. De igual manera, con el objetivo de mostrar que algunas de las perspectivas críticas a la concepción de Marx del ‘punto de partida’ de El Capital consideran equivocadamente que ésta corresponde a la interpretación de Engels, se analizaron críticamente dos de ellas: la perspectiva de Benetti y Cartelier, que se desarrolla en términos de lógica formal, y la de Reuten y Williams, que la desarrollan en base a una interpretación de la dialéctica hegeliana.

Creemos que, a pesar de los importantes textos que sobre dialéctica escribió Engels, su interpretación de la dialéctica que Marx utiliza en el desarrollo de la estructura lógica de El Capital no sólo la presenta como una lógica para analizar principalmente el movimiento  histórico, sino que, igual en importante, aparece como una lógica que responde no a los principios de la dialéctica sino a los de la lógica formal, o, como Arthur la denomina, lógica lineal, como lo demuestra su concepción de la articulación de los momentos de la teoría del valor de Marx. A pesar de que esta última afirmación requeriría para ser comprobada de una investigación más profunda, podemos decir que, con base en nuestras lecturas, que la concepción de la teoría marxista del valor de la mayoría de los autores mencionados es, al igual que la de Engels, una concepción analítica lineal.


[i] O bien como la ‘circulación mercantil’, la circulación simple’, la ‘circulación M-D-M’, o la ‘circulación del dinero como dinero’; véase, sobre todo, los caps. III y IV del tomo I de El Capital.

[ii] Por negación queremos señalar lo que Marx designa como Aufhebung. En nuestro contexto, negación significa que las leyes o determinaciones de la ‘producción mercantil simple’ desarrolladas en la primera sección no sólo serán superadas sino que además serán conservadas como los fundamentos negados de aquellas que pertenecen a la producción capitalista desarrolladas a partir de la segunda sección del tomo I de El Capital.

[iii] Como se observo en la sección anterior, Marx considera que, al interior de este momento, el ‘punto de partida’ debe ser la mercancía en cuanto que la categoría más simple y abstracta, aquella de la que las categorías subsecuentes de la teoría deben ser derivadas, y no el dinero que representa una categoría más compleja y concreta que la mercancía.

[iv] En un pasaje de las notas marginales sobre Wagner, Marx dice claramente que la mercancía es considerada como sujeto en esta primera sección: “El señor Wagner olvida también que para mi no son sujetos ni el ‘valor’ ni el ‘valor de cambio’, sino solamente la mercancía” (NMAW: 35). Ësta es también la interpretación de Murray: «El valor es el predicado de la mercancía, no su sujeto» (Murray, 1993: 143; traducción nuestra).

[v] “Si en la circulación simple el valor de las mercancías frente a su valor, adopta a lo sumo la forma autónoma del dinero, aquí se presenta súbitamente como un sustancia en proceso, dotada de movimiento propio, para la cual la mercancía y el dinero no son más que meras formas” (C.I.I: 189). De aquí que el valor sea considerado, por Marx, como “un sujeto automático”, “el sujeto de [este] proceso”, “[c]omo sujeto de tal proceso” (Ibíd.: 188)

[vi] Un apreciación crítica de esta interpretación se encuentra en Cornelious Castoriadis: “El tiempo de trabajo promedio es una abstracción vacía, una simple operación aritmética ficticia que no tiene ninguna efectividad, ni ninguna eficacia en el funcionamiento real de la economía: no hay ninguna razón real o lógica para que el valor de un producto sea determinado por el resultado de una división que nadie hace, ni podría hacer (Castoriadis, 1978; traducción nuestra).

[vii] Para Marx, esta negación dialéctica implica que las leyes de la apropiación capitalista surgen de las primeras: “No obstante, por más que el modo de producción capitalista parezca darse de bofetadas con las leyes originarias de la producción de mercancías, dicho modo de producción no surge del quebrantamiento de esas leyes sino, por el contrario, de su aplicación (Marx, C.I.2.: 722). Para un desarrollo más amplio sobre esta segunda negación, véase Arthur, 1993, y Robles, 1993 y 1996a.

[viii] “Por su parte, el desarrollo del capital presupone ya el pleno desarrollo del valor de cambio de la mercancía y, por tanto, sus sustantivación en dinero” (TSP. III.: 116). En la sección anterior se trató de explicar que, para Marx, la categoría de dinero presupone a su vez la categoría de mercancía.

 

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