Como un arrecife de coral

Veinte interesantísimas tesis (no sólo teóricas, más bien prácticas) de Jorge Riechmann publicadas en el Número 18/Diciembre 1994 de la revista Viento Sur.

Como un arrecife de coral

Algunas tesis sobre ecologismo, parlamentarismo, transformación de la política y la necesidad de un nuevo tipo de «partido de nuevo tipo».

Jorge Riechmann

«Las organizaciones piramidales, que estuvieron

de moda en la izquierda y siguen estándolo en

algunos ámbitos todavía, pudieron ser una forma

organizativa adecuada a principios de siglo,

cuando sólo se viajaba a 50 kilómetros por hora

como más rápido; tal vez era la mejor forma

entonces para proponerse una tarea, ejecutarla

Hoy, que el ser humano ya viaja a mucha mayor

velocidad y las informaciones todavía viajan más

rápido, ese sistema queda vetusto y ya no sirve.»

 

Eleuterio Fernández Huidobro

(dirigente del MLN-Tupamaros de Uruguay), 1992.

I

El ecologismo consecuente (no el ambientalismo, ni el conservacionismo) es anticapitalista, y por ello no es indiferente al eje derecha-izquierda de orientación política. Tiene, por el contrario, una afinidad natural con la izquierda, entendiendo que a ésta la define fundamentalmente el valor de la igualdad político- social.

No entraré a fundamentar con detalle esta tesis, porque muchos ecosocialistas lo han hecho antes que yo y porque ello nos llevaría demasiado lejos; exigiría un artículo o un libro entero /1. El razonamiento básico se despliega en la línea siguiente: el capitalismo, como modo de producción y como civilización, es intrínsecamente expansivo, y por ello en última instancia incompatible con la preservación de una biósfera finita.

Al formular la tesis anterior he distinguido entre conservacionismo, ambientalismo, ecologismo… Parece evidente que el campo antiproductivista tiene cierta diferenciación interna, que el ecologismo se dice de muchos modos. He definido lo que entiendo por tales términos en el capítulo 3 del Iibro Redes que dan libertad (citado en la nota 1). Por lo dicho anteriormente, se entenderá que el ecologismo que yo defiendo es igualitario y anticapitalista.

II

 

Tras el derrumbamiento de la URSS y sus países satélites, y los ataques contra el Estado del Bienestar y las organizaciones obreras en la «década conservadora» de los ochenta, la hegemonía cultural mundial del capitalismo es seguramente mayor que nunca en toda su historia /2. El potencial de oposición fundamental de signo emancipatorio en las metrópolis del Imperio es muy reducido: a mi juicio, menor del 1% de la población (quizá con alguna excepción en algún país). Y de esta exigua minoría, los adscribibles a una oposición fundamental «ilustrada», no irracionalista, todavía son menos. La razón revolucionaria ilustrada, en el atroz final de siglo que encaramos, padece una gran soledad. Crear las condiciones para que pueda crecer esta minoría hoy tan exigua debe ser un proyecto estratégico central para cualquier fuerza de emancipación.

III

 

La vía predominantemente parlamentaria es inconciliable -hoy por hoy- con la oposición fundamental. Así lo prueba sobradamente, a mi juicio, la experiencia de los partidos verde-alternativos en países como Alemania, Francia, Holanda o

Austria; o la de IU en España. Lo que da de sí la política parlamentaria -a los ejemplos me remito- es poco. Como han señalado autores verdes alemanes, «el parlamentarismo no es el modelo para un proceso social de toma de decisiones, sino un modelo para la regulación política de lo estatal». El nivel estatal y parlamentario desempeña un papel secundario importante para los movimientos sociales, pero no deben olvidar, precisamente, que es un nivel secundario.

Cuando un movimiento sociopolítico de transformación radical de la sociedad limita sus actividades al parlamentarismo, con ello habrá renunciado al mismo tiempo a sus pretensiones de cambio radical. Los parlamentos no son fuente de cambios revolucionarios; la sede de mayor legitimidad democrática no es el principal centro de poder. La componente extraparlamentaria no debe agostarse en beneficio de la componente electoral y parlamentaria.

IV

 

Además, los parlamentos burgueses encierran un enorme potencial desactivador de movimientos sociopolíticos radicales. Esta sospecha, expresada por bastantes voces en el momento de fundación de los partidos verde-alternativos en los años setenta, se ha visto confiada por las experiencias parlamentarias de los ochenta: la lucha por el poder estatal conduce tendencialmente a una «estatalización» de los movimientos sociales. El poder de sus representantes en las instituciones crece ciertamente, pero crece el peligro de despolitización, de clientelismo y de desactivación de los movimientos.

V

 

Por todo ello, creo que hace falta un movimiento ecologista fuerte y autónomo respecto a los partidos políticos parlamentarios. La lógica de los movimientos, el tejido de redes sociales y la acumulación de contrapoder social, no es la misma que la de los partidos parlamentarios competitivos (se llamen estos como se llamen: a veces también se autodenominan “movimientos”, como por ejemplo Les Verts en Francia).

VI

 

La vía de quienes intentan una oposición fundamental tendría a mi juicio que ser la construcción de una oposición extraparlamentaria bastante más vertebrada que los actuales movimientos sociales, pero íntimamente entrelazada con ellos. E intentar conseguir los apoyos parlamentarios posibles en cada momento. Y formar -cuando no sea posible otra cosa- minorías de bloqueo de los proyectos más destructivos, así como mayorías circunstanciales donde ello sea posible (por ejemplo antinucleares, o a favor de una política de basuras y residuos racional). En suma, una política más movimentista que partidista, más de autoorganización democrática del pueblo llano /3 que de conquista de escaños parlamentarios (aunque sin hacemos tampoco ilusiones acerca de las debilidades e insuficiencias de los movimientos realmente existentes).

VII

 

Abundaré en lo anterior, porque me parece de importancia extrema. En las metrópolis del Norte, para las gentes que luchan por la supervivencia y la emancipación, parece obvio que hoy no está inmediatamente a la orden del día la conquista del poder político- estatal. En ese caso, ¿cuál es el «qué hacer» de nuestra fase histórica, qué clase de quehacer mancomunado hemos de proponernos?. En mi opinión, tenemos que intentar sobre todo acumular fuerzas, recrear y fortalecer nuestras identidades, cicatrizar los desgarrones, tejer los nuevos lazos de amor y de combate. Con palabras menos modestas: no hay «sujeto histórico» para esa lucha por la supervivencia y la emancipación, ni lo habrá si no lo construimos. Dicho todavía de otra forma: lo que más nos importa ahora es la autoorganización democrática de las gentes, la reconstrucción (y la creación inventiva) de vínculos sociales.

VIII

 

Acumular fuerza quiere decir organizarse y reorganizarse, porque a la fuerza del dinero y de las armas sólo podemos oponer la fuerza de la organización. Es un paso previo para cualquier cambio en la correlación real de fuerzas en las metrópolis del Norte /4. Sin la acumulación de poder y contrapoder social, cualquier avance parlamentario resultará a la postre inútil.

Organizarse es necesario, y no parece ocioso subrayarlo en estos tiempos en que pasa por individualismo tanta anomia exacerbada y tanta incapacidad para las relaciones entre personas. Pero organizarse encierra también peligros sobradamente conocidos, frente a las cuáles todas las cautelas son pocas. En este ámbito quizá más que en cualquier otro, la desdichada tendencia -que parece inherente a nuestro vivir en sociedad- a que los medios se transformen en fines ha de ser eficazmente contrarrestada. Las personas con voluntad de emancipación son insustituibles, las organizaciones no. Necesitamos conservar una visión saludablemente instrumental de la organización, y poner nuestra lealtad en los valores, no en las organizaciones. Esto es más fácil de decir que de hacer, y exige un esfuerzo permanente de educación y autoeducación en la autonomía.

Necesitamos un nuevo tipo de «partido de nuevo tipo»: aunque quizá sea mejor hablar de «cuasipartido», o «partido-marco», que de un partido en el sentido clásico de la expresión.

IX

Si se quiere decir en forma de consigna: lo que nos hace falta es politizar profundamente a la sociedad, y lo que para ello resulta necesario es socializar profundamente la política.

Un requisito indispensable para ello es la relativización de las metas electorales. El objetivo no es maximizar los votos, sino que las gentes se autoorganicen según líneas de supervivencia y emancipación. Lo primero, cuando hay intervención electoral, ha de ponerse en función de lo segundo. De nuevo esto es más fácil de decir que de hacer; pero sin ello resulta imposible resistir a las enormes fuerzas integradoras de las instituciones representativas y la competencia electoral.

X

 

Política desde la sociedad, política más de movimientos sociales que de clubes electorales, por tanto. Pero al mismo tiempo, y en las modernas democracias de masas, no parece que ningún movimiento con significación social global pueda permitirse a la larga ignorar el nivel de la representación parlamentaria. Ello supone enfrentarse con un problema hasta ahora irresuelto y seguramente irresoluble: cómo participar en actividades electorales y parlamentarias,  comprometerse en ellas, y simultáneamente relativizarlas y quitarles importancia?. Ahora bien: en la vida político- social, y en ciertos asuntos, hay que seguir trabajando en la resolución de problemas irresolubles. Hay ciertas contradicciones que es preciso soportar, mantener. En lo que aquí nos concierne, hay que seguir trabajando en los problemas irresolubles de conjugar la acción extraparlamentaria y la parlamentaria, así como buscar el momento de revolución cultural y a la vez considerar de forma realista el problema del poder político.

XI

 

Si los objetivos de transformación radical de la sociedad permanecen, el vínculo de los partidos’ verde-alternativos y de izquierda alternativa con los «nuevos» movimientos sociales no debe romperse (y deberían establecerse vínculos nuevos con el «viejo» movimiento obrero). Los partidos verde-alternativos y de izquierda alternativa no deberían buscar sustituir a los movimientos, sino complementarlos;  parece necesaria una división del trabajo adecuada, basada en la complementariedad y no en la competencia ni la duplicación de funciones, entre los movimientos de supervivencia y emancipación por un lado y la organización política emancipatoria por otro /5.

 

XII

 

En los años noventa debería ser evidente para todos los interesados que la organización política emancipatoria no debe buscar sustituir a los movimientos sociales, ni tampoco limitarse a representar sus intereses en las instituciones, sino complementarlos de forma más amplia; es decir, debería cumplir las funciones para las que los movimientos se hallan por naturaleza mal preparados, en una división del trabajo guiada por los objetivos comunes de emancipación y supervivencia. Veámoslo en concreto.

– Una iniciativa ciudadana o un grupo ecologista local tienen grandes dificultades de acceso al nivel político nacional o internacional (tanto a las instituciones como a los medios de formación de la opinión pública): pero puede resultar necesario este acceso, por ejemplo, para conseguir información indispensable para su trabajo. Aquí, la función de una organización con representación parlamentaria puede ser insustituible.

– Igualmente, la importante función del control democrático de las instancias estatales en asuntos que son de importancia vital para los movimientos en general será más fácil para un partido político que para los mismos movimientos.

– Asimismo, el tejido que forman todas las estructuras a nivel nacional de un partido parlamentario bien organizado, bien dotado de recursos, puede ser de importancia como infraestructura para las movilizaciones y las campañas de los movimientos, aportando tanto redes comunicativas como recursos materiales y acceso más fácil a los mass-media. No debe olvidarse que los recursos públicos puestos a disposición de los partidos en numerosas democracias representativas son mucho más importantes que los que habitualmente están al alcance de los movimientos sociales. En un partido que base su estrategia política esencialmente en la autoorganización de la sociedad civil, la transferencia de una parte de esos recursos hacia el «sector movimentista» será una contribución valiosa y democratizadora. En Alemania DieGrünen han practicado este tipo de solidaridad para con los movimientos sociales durante toda su existencia /6.

– Otro buen ejemplo es la formulación de estrategias políticas a medio y largo plazo. Una organización política de supervivencia y emancipación no tendría que limitarse a formular exigencias, o a introducir las exigencias de los movimientos en el ámbito institucional; ni siquiera trazar planes alternativos coherentes, atractivos y realistas es suficiente. Una función esencial para un partido verde-alternativo o de izquierda alternativa tendría que ser la formulación de estrategias para llevar a la práctica esos planes alternativos que, a estas alturas del siglo, son ya numerosos y gozan en muchos casos de elaboración teórica suficiente.

-Ahondando y generalizando en lo anterior: Claus Offe ha señalado que los movimientos sociales están muy mal pertrechados para tratar los problemas temporales, que padecen cierta “miopía estructural” en su acción política y tienden a pensar en términos de cambio inmediato y repentino en lugar de tener en cuenta que los cambios sociales profundos suelen ser también lentos y graduales. «El modo de toma de decisiones en los movimientos no es lo suficientemente complejo como para hacer posible otra cosa que dar respuestas rápidas sobre la marcha, ya que cualquier tipo de teorización prospectiva, planificación a largo plazo o inversión política calculada presupondría una u otra forma de división interna del trabajo entre dirigentes, seguidores y personal permanente, incluido el dedicado a la administración y a la investigación» /7.

Pues bien: también en este punto un «partido de nuevo tipo» podría desempeñar un papel esencial, garantizando la consideración del largo plazo y de los procesos complejos. La condición necesaria para ello es, claro está, que se dote de estructuras adecuadas para estas difíciles funciones y que gane la suficiente autonomía con respecto a los procesos políticos meramente electorales y al  trabajo político meramente parlamentario. Pues sin duda la miopía estructural de nuestros sistemas de partidos competitivos con horizonte temporal de tres o cuatro años (lo que dure una legislatura) en muchos aspectos sobrepasa con creces a la de los movimientos sociales.

– En otro lugar /8he analizado la complicada temporalidad de los movimientos sociales, su inestabilidad congénita. Los movimientos son discontinuos y coyunturales; los partidos políticos gozan de permanencia mayor (a menudo durante decenios). Los nuevos movimientos sociales trabajan sobre problemas de largo alcance, de «tiempos largos», pero en general no pueden crear condiciones para asegurar la participación constante y duradera de ciudadanos y ciudadanas  la motivación para la participación voluntaria y no remunerada suele ser puntual y estar limitada temporalmente, en nuestras sociedades). Un «partido –o cuasipartido- de nuevo tipo» podría actuar «anticíclicamente» sobre los movimientos, contribuyendo a conferirles una mayor estabilidad y persistencia; y organizar contextos de cooperación complejos que posibilitasen la participación limitada temática y temporalmente de sectores amplios de ciudadanos que no pueden o no quieren permitirse una militancia «a tiempo completo».

XIII

Necesitamos una organización política con las raíces y las ramas hundidas profundamente en la sociedad, fertilizándose en ella, fertilizándola a ella. Pero quizá, más que la metáfora arbórea, sea preferible en este punto la imagen de un arrecife de coral. Los pólipos coralinos -diminutos parientes sedentarios de las medusas- viven en colonias sobre los arrecifes calcáreos que ellos mismos van construyendo laboriosamente. Se hallan en relación simbiótica con unas algas microscópicas llamadas zooxanthellae, las cuáles suministran a los corales alimento y oxígeno producido en la fotosíntesis a cambio de materias primas, así como refugio seguro en el arrecife. La simbiosis llega muy lejos. Como escribe Peter Weber: «Esta labor de equipo facilita a los corales una buena defensa vital en los mares tropicales pobres en nutrientes, mares que son transparentes como el cristal a causa de la práctica ausencia de algas y otros microorganismos que oscurecen aguas más ricas en nutrientes. (…) Un arrecife es mucho más que un soporte para los corales. Las algas rojas coralinas, que se incrustan en el esqueleto calcáreo, consolidan también el arrecife propiamente dicho. Bajo sus tentáculos se acumulan trozos de corales rotos, conchas de moluscos y otras partículas pétreas. Las algas coralinas crecen encima, reforzando la base del arrecife. Los peces papagayo y los erizos de mar contribuyen al mantenimiento agarrándose a la materia calcárea con sus poderosas mandíbulas, limpiándola de otras algas que les disputan el espacio a las coralinas. A cambio, éstos y otros moradores de los arrecifes encuentran también refugio en ellos. Estas cadenas de mutua dependencia se extienden por todo el arrecife como un sistema inmune que se perpetúa a sí mismo. A mayor grado de diversidad coralina, mayor será la variedad de peces y otros organismos» /9.

Necesitamos una organización política como un arrecife de coral, capaz de ofrecer abrigo y buenas condiciones de trabajo a seres de muchas especies distintas. Una organización concebida para acumular poder real, para ganar hegemonía, lo cual no quiere decir acumular escaños parlamentarios, sino -primordialmente- coordinar voluntades y esfuerzos de ciudadanos y ciudadanas. Una organización capaz de ayudar a vertebrar una sociedad cada vez más descoyuntada por el capitalismo de final de siglo. Una organización coralina, construida por acumulación, creciente en forma de red de redes protectora de la diversidad, en la que la dimensión pedagógica y la dimensión moral sean básicas: el proyecto ha de ser de reforma intelectual y moral, por decirlo en los términos clásicos de Gramsci. En la era del capitalismo tardío, conviene olvidarse de la organización de tipo leninista para construir una de tipo gramsciano. Se diría que han comprendido la necesidad de algo semejante, en lugares muy diversos del mundo, tanto sectores de la izquierda (estúdiese la experiencia del Frente Amplio en Uruguay) como de la derecha (véase el lanzamiento de FORO por Eduardo Punset, en nuestro país, en 1991-94) /10.

XIV

 

Como propuesta frente al doble fracaso de las estructuras partidarias tradicionales (que, amén de no ser democráticas sino formalmente, inducen tales cantidades de apatía, resignación, apoliticismo, cinismo y/o cólera en los «ciudadanos humillados» que nadie puede cerrar los ojos ante la crisis de los partidos clamorosa en los años ochenta/ noventa) y de la Basisdemokratieverde en la versión inicial de los Verdes alemanes /11 puede entenderse el concepto de un

partido-marco postindustrial (postindustrielle Rahmenpartei) que el politólogo de

Hamburgo Joachim Raschke viene ofreciendo desde 1983 /12. Como al adjetivo

«postindustrial» pueden ponérselo sus peros teóricos, nosotros vamos a sustituirlo por coralino de acuerdo con la propuesta metafórica anterior, y hablaremos indiferentemente de «partido coralino» u «organización coralina».

Este nuevo tipo de organización política (más allá del partido de notables burgués característico de la primera fase de la democracia liberal, y del partido de  integración de masas típico del movimiento obrero en la fase industrial) sería el partido o cuasipartido congruente con una democracia participativa en una sociedad industrial avanzada. Sería una herramienta profesional concebida como marco para la autoorganización de las gentes que persiguen un ideario de emancipación. Se trataría de una organización con una estructura profesionalizada, al menos parcialmente, y capaz de realizar trabajo sectorial especializado en diversos ámbitos de la política; pero organizaría dentro de su marco a muchos activistas (y ciudadanos ordinarios) no profesionalizados. Sería una organización conscientemente plural, defensora de esa pluralidad, y nada deseosa de reducirla a unidad.

En una democracia participativa (que conservaría elementos esenciales de democracia indirecta, pero incluiría muchos más de democracia directa), los partidos perderían la función de canal exclusivo para la formación de voluntad política que ahora les asignan la mayoría de las constituciones. Seguirían cumpliendo una función representativa, pero esta sería mucho menos acusada que en la actualidad; y se compartiría con otros tipos de organizaciones.

XV

 

La organización coralina desempeñaría principalmente tres funciones /13:

 

A. Una función protectora, luchando por garantizar la seguridad material y jurídica de las actividades sociales alternativas.

B. Una función de intervención política, intentando evitar las peores consecuencias del industrialismo y poner en marcha un proceso de reconstrucción ecológica de la sociedad industrial.

C. Una función utópico-anticipativa, trascendente al orden sociopolítico actual, cuya creciente autodestructividad toma imperiosa la necesidad de anticipar modelos de sociedad alternativa.

XVI

 

Organizativamente, las principales características de este «partido de nuevo tipo» serían la descentralización, el pluralismo y la democracia radical. Pero en el modelo del cuasipartido coralino se renuncia a la identidad tendencial de partido y movimiento característica, por ejemplo, de las posiciones de los ecologistas radicales dentro de DieGrünen. Se parte, por el contrario, de una complementariedad y división del trabajo entre organización política y movimientos sociales; y de una estrategia de movilización plural e inclusiva que intentaría actuar sobre movimientos, organizaciones próximas a estos y segmentos más críticos y activos del electorado. El partido coralino apuesta por estructuras profesionales de trabajo en las cuales pueda insertarse de modo fructífero el trabajo voluntario (a menudo limitado temporal y temáticamente) del mayor número posible de personas del entorno verde-alternativo. Como escribe Raschke: «A diferencia de los tipos de partido cuyo ‘núcleo’ está definido inequívocamente, como los partidos de afiliados, de cuadros o de activistas, también como las agrupaciones electorales o los partidos- movimiento, el partido- marco construye sólo un ‘marco’ abierto, en el cual se realiza un trabajo de mediación complejo con la especial participación de grupos profesionales. Caracteriza a este tipo de partido la ‘debilidad’ del partido en comparación con la ‘fortaleza’ de su entorno, sobre el que tiene poco control. Su debilidad relativa se manifiesta, por ejemplo, en los escasos recursos personales del partido (bajo nivel de organización, etc.) y en una movilización relativamente fuerte (cognitiva, social y política) de su clientela de movimientos, espacios públicos de comunicación y electorado. (…) La mezcla y el respeto de la diversidad sería una de las recetas del partido- marco, que tendría que apoyarse en un sector de base y en un sector de movimientos, pero también, necesariamente, en un sector profesional» /14.

XVII

 

En efecto: elentorno político dentro del cual actúan nuevos movimientos sociales y partidos verde-alternativos, merced a la evolución social, es muy diferente del marco en el que obró el movimiento obrero hace un siglo. Por ejemplo, los problemas de movilización se plantean en la sociedad industrial avanzada, con su estructura social cada vez más diferenciada y la fragmentación interna del macrogrupo de los asalariados, de otra manera que en estadios anteriores, con  una estructura de clases más sencilla y polarizada. Los medios masivos de formación de la opinión pública permiten alcanzar efectos más amplios, pero también más superficiales, que los habituales en el activismo de partido tradicional. La cientifización de sociedad y economía plantea exigencias nuevas a la actuación política. Los recursos para esta actuación se han ampliado y diversificado: «Los votos (con sus consecuencias institucionalizadas de subvención estatal y publicidad mediática), la información y los conocimientos técnicos, la publicidad mediática, la acción movimientista fluctuante y móvil (con elevada atención mediática), así como la política profesional, han socavado el ideal del ciudadano politizado como activista de partido. Además ha tenido lugar una pluralización de los recursos relevantes, que plantea tanto al individuo como a la organización difíciles problemas de opción. Pero la tendencia principal, ‘tanto a nivel individual como de organización, parece favorecer las estrategias de diversificación”. /15.

XVIII

 

La ecología política, el pacifismo, el feminismo, la izquierda renovada, no pueden permitirse el lujo de competir electoralmente entre sí. En nuestras demediadas democracias parlamentarias europeas, a finales del siglo XX, no hay por desgracia espacio electoral para muchas expresiones distintas de unos mismos intereses de supervivencia y emancipación. Por ello mi consigna sería: avanzar en la construcción de la organización coralina; y mientras nos aproximamos a ella, organizaciones políticas separadas (siempre que haga falta), listas electorales comunes /16.

Si hubiese que resumir brevemente unas pautas de acción para la izquierda alternativa española – el «partido orgánico emancipatorio», en gramsciana expresión de Juan Ramón Capella- en el futuro próximo, yo propondría las siguientes:

-La base a partir de la cual habría que intentar construir la organización coralina es, mientras no se demuestre lo contrario, Izquierda Unida. Se demostraría lo contrario si las tendencias a la parlamentarización de IU (en algunas comunidades autónomas, ya IU- Los Verdes) se revelasen irreversibles.

– La convergencia rojiverdevioletaes hoy más necesaria que nunca.

– La gente demasiado diversa (aunque forme parte del mismo «partido orgánico», es decir, del mismo grupo social «históricamente necesario», vinculado por intereses comunes y posiciones semejantes ante las contradicciones fundamentales de una sociedad dada) no suele poder trabajar bien dentro de la misma organización (ejemplo que yo he analizado en otros lugares: los Verdes alemanes). Las diferencias reales en ideario y concepción de la política no deben enmascararse, sino ponerse de manifiesto. A ellas pueden (y deben) corresponder organizaciones políticas diferenciadas /17.

– Estas distintas organizaciones emancipatorias, rojas, verdes, violetas, polícromas, pueden competir democráticamente entre sí (y con las otras) por ganar a mayorías para sus programas, pero no deben competir electoralmente en una situación como la española actual (donde su naturaleza minoritaria más las leyes electorales las condenarían a la inoperancia más absoluta). Por eso: organizaciones separadas, listas electorales comunes. No debería resultar difícil llegar a acuerdos satisfactorios para todos si verdaderamente se generaliza el consenso de primar la política extraparlamentaria con respecto a la institucional, relativizándose con ello el valor otorgado a la presencia parlamentaria. Tenemos que dejar de considerar un paso atrás el hecho de perder votos en un momento determinado, cuando ello responde a la defensa de posturas esenciales pero todavía inasumibles por mayorías sociales: lo importante no es mantener cuotas de poder institucional, sino elaborar una pedagogía del poder como forma de contribuir a una nueva cultura de las izquierdas.

– Las distintas organizaciones emancipatorias no deberían resignarse a la situación actual, sino aproximarse paulatinamente en un proceso de educación mutua (todas tienen algo que aprender de las otras). La mejor manera de hacerlo es participar en campañas conjuntas de ámbito local, regional o estatal. Si ello puede hacerse a partir de coincidencias sobre un programa de luchas de largo aliento, miel sobre hojuelas. Pero hay mucho trecho que andar antes de llegar a ese punto del camino.

XIX

 

El marxismo sigue siendo una tradición intelectual y moral capaz de segregar buen material calcáreo para la construcción del arrecife coralino. No el marxismo del teorema o la «ley objetiva», sino el marxismo como filosofía moral por el que aboga Paco Fernández Buey.

En cualquier caso, y sea cual sea la tradición desde la que pongamos manos a la obra, tenemos una urgente necesidad de socializar conocimientos científicos básicos: psicología social, sociología de las organizaciones, ecología, economía ecológica… También le pediré prestada la consigna a Paco Fernández Buey para reclamar un racionalismo bien temperado entre los y las habitantes del arrecife coralino.

XX

Da pena quedarse en la tesis XIX, sin una tesis vigésima (qué redondos y acabados quedan los ensayos que empiezan «Veinte tesis sobre…», y en cambio qué sensación de precariedad si leemos «Diecinueve tesis sobre…»), pero así es la vida.

Tengo diecinueve tesis y no veinte. Esta última es un amago de tesis, colocada aquí, y de inmediato retirada, sólo para llamar la atención al lector o lectora sobre la necesidad de aceptar límites: los del planeta, los de los colectivos a los que pertenecemos, los de cada cual en su irreductible individualidad. Acaso sea nuestra incapacidad para aceptar los límites, el límite fundamental de la alteridad y ese límite definitivo que es la muerte, lo que nos ha llevado a los occidentales a poner a todo el mundo en la situación crítica en que ahora nos hallamos. Pero esta tesis, que inmediatamente retiro de este ensayo para que quede inacabado, la desarrollaré otro día en otro lugar.

1. Puede verse, sin embargo, la argumentación contra la pretensión de algunos partidos verdes de situarse «más allá de la derecha y de la izquierda» al final del capítulo 5 de mi libro (junto con Francisco Fernández Buey) Redes que dan libertad. Introducción a los nuevos movimientos sociales, Paidós, Barcelona 1994.

2. En esta tesis y las dos siguientes repito ideas formuladas en el capítulo final de mi libro Los Verdes alemanes. Historia y análisis de un experimento ecopacifista a finales del siglo XX (Comares, Granada 1994).

3. Hubiera escrito «sociedad civil», pero el término -que últimamente se emplea sobre todo para designar a la fracción de la clase dominante que se encuentra fuera de los aparatos del Estado- empieza a ser inutilizable. Si los exponentes más destacados de la «sociedad civil» son banqueros, catedráticos, teleperiodistas y altos magistrados, nosotros nos buscaremos otra sociedad más acogedora.

4. Creo que este diagnóstico es compartido, en lo sustancial, por todas o casi todas las familias de resistentes contra la barbarie aún activas en nuestro país: y por tanto puede ser un buen punto de partida para los necesarios diálogos y aproximaciones. Sólo un botón de muestra, leído recientemente en Nuestra Bandera/Utopías: «el objetivo básico de la izquierda en este período debería ser articular una red tupida de múltiples ‘sectores públicos voluntarios’ configuradores de espacios de cooperación, solidaridad y autonomía; estos expresarían las realidades de los distintos movimientos sociales e iniciativas ciudadanas. Lasreformas políticas van a exigir la constitución de nuevos sujetos sociales dotados de poder; de ahí la necesidad, como han venido defendiendo Pietro Barcellona y Juan Ramón Capella, del paso de una estrategia de derechos (predominante en la izquierda durante la etapa del Estado de bienestar) a una estrategia de poderes. Reforma de la política, constitución de nuevos sujetos y estrategia de poderes podrían configurar las líneas maestras del proyecto de la izquierda del futuro» (Manuel Monereo, ¿Qué puede significar para la izquierda hacer política hoy?, Nuestra Bandera/Utopías 154, enero 1993, p. 58-62.)

5.Aquí, de nuevo, repito ideas: véase Los Verdes alemanes, apartado 8.3 (p. 358 y ss.).

 

6.Véase el anejo 2 de mi libro Los Verdes alemanes.

7.En un ensayo contenido en el libro de Russell Dalton y Manfred J. Küchler (comps.) Los nuevos movimientos sociales: un reto al orden político (Edicions Alfons Magànim, Valencia 1992).

8. Redes que dan libertad, apartado 2.2(50 y ss.).

9.Peter Weber en el anuario del Worldwatch Institute La situación en el mundo 1993, Apóstrofe1 CIP, Barcelona 1993, p. 87-88.

10. La consigna de pasar desde una organización de tipo leninista a una de tipo gramsciano es de Alvin Gouldner en su libro El futuro de los intelectuales y el ascenso de la nueva clase (Alianza, Madrid 1980, p. 103 y SS.). No comparto el concepto de «nueva clase» de Gouldner ni las esperanzas puestas por él en los intelectuales; sí su recomendación organizativa.

Acerca de la experiencia del Frente Amplio en Uruguay, véase la entrevista con el dirigente histórico de los Tupamaros Eleuterio Fernández Huidobro en HIKA, otoño de 1992 («La izquierda debería organizarse en red»). La Fundación FORO para la Innovación Social, y el partido FORO, los ha publicitado el mismo Eduardo Punset en largos artículos publicados en El País: véase por ejemplo »¿Qué es Foro?» el 15.10.91, o «Innovación y partidos políticos» el 8.7.93.

11. Véase el capítulo 5 de mi libro Los Verdes alemanes. Acontinuación voy a reiterar algunas ideas contenidas en las pp. 263 y ss. de ese libro.

12. Véase Joachim Raschke, «Jenseits der Volkspartei», Das Argument 137 (1983). Delmismo autor, Krise der Grünen -Bilanz und Neubeginn (Schüren Presseverlag, Marburg 1991), p. 193 y ss.

13. Véase Raschke, Soziale Bewegungen (Campus Verlag, Frankfurt / New York 1985), p. 262.

14. Raschke, Krise der Grünen, p. 193-194

15. Raschke, Krise der Grünen, p. 49.

 

16. También aquí estoy repitiendo ideas. Véase mi libro ¿Problemas con los frenos de emergencia? Movimientos ecologistas y partidos verdes en Holanda, Alemania y Francia(Revolución, Madrid 1991), p. 449 y ss.

17. Subrayo: siempre que se trate de diferencias reales. No se trata de bendecir situaciones de fragmentación e impotencia política sin otros motivos que las personales neurosis de ciertos líderes, por interesantes que éstas (las neurosis) sean. Hay problemas personales que uno debe resolver psicoanalizándose o pintando cuadros, en vez de llevarlos a su organización política.

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